Su trabajo era recorrer el mundo y contar su punto de vista en blogs. Un creador de contenido que buscaba llegar a zonas curiosas, poco frecuentadas por turistas o extravagantes. Poco esperaba que un gobierno entero tomaría represalias e intentaría silenciarlo por una de sus visitas.

Se trata de Alexander Lapshin, quien había creado una plataforma de blogs en la que contaba sus anécdotas de viaje y experiencias entre los más de 100 países que había visitado a lo largo de su vida. De origen ruso-israelí, Lapshin consiguió entrar, durante sus travesías, a sitios remotos y en disputa en África, Europa y Asia. El fin siempre fue el mismo, contar su perspectiva como un turista. Lapshin había tratado de evadir en su mayoría los temas políticos, pues se centraba en las poblaciones y estilos de vida.

Foto: The Greater Middle East

Este tipo de contenido le llevó a la región de Nagorno Karabaj, un sitio que se encuentra actualmente en conflicto entre Armenia y Azerbaiyán. Poco imaginaba Alexander que este sitio le provocaría una persecución en su contra y cambios radicales en su vida.

La pelea eterna por el territorio de Nagorno Karabaj

La zona montañosa del Alto Karabaj ha estado en disputa desde el siglo XIV y en la cual ha prevalecido una población que se ha identificado como armenia. Durante parte de la era moderna, Nagorno Karabaj estuvo bajo disputa por el imperio ruso. Luego, con el nacimiento de la Unión Soviética, pasó a ser administrada por Azerbaiyán.

Bajo el gobierno soviético, ambos países no tenían fronteras. Sin embargo, su población había solicitado diversas veces ser unificada con Armenia. Con la disolución de la URSS, millones de armenios solían vivir en Azerbaiyán. Estos fueron desplazados por el gobierno y estalló una guerra por la autonomía de Nagorno Karabaj. Más de 30 mil personas perdieron la vida y se declaró un alto al fuego en 1994.

La zona se convirtió en un enclave al estar rodeada por completo por territorio azerí y solo existía una franja que permitía el paso de armenios por la zona. Los ataques reanudaron y, desde entonces, Nagorno Karabaj se ha encontrado aislada de Armenia y bajo constante fuego. Solo Rusia ha podido detener por momentos el conflicto, pero continúa su disputa hasta hoy.

Alexander, conociendo el escalamiento de las hostilidades, decidió aprovechar su pasaporte ruso y visitar el sitio en 2011, pues este le permitía ingresar sin tener conflictos con las autoridades de Armenia o Azerbaiyán. Además, al tener la doble nacionalidad, su pasaporte Israelí, logró viajar una vez más en 2012. “Pasé unos cuantos días, tomé algunas fotos y continué con mis otros viajes. Hice algunos artículos sobre la situación actual en la región, la guerra civil vivida tras la URSS y el conflicto que vive la población. Es historia y son experiencias, no es algo que no se pueda ver, que te avisen al llegar o que no aparezca en internet” recuerda Lapshin.

Perseguido por Azerbaiyán

Habían pasado casi cinco años desde que Lapshin visitara Nagorno Karabaj. Mientras, su vida de viajero y bloguero continuó con normalidad.

El periodista llegó a Bielorrusia,  país que también fue parte de la URSS y siguen siendo aliados con Rusia hoy. “En la capital, Minsk, pasé la noche antes de comenzar la partida hacia Moscú. Durante la noche, dos hombres con máscaras, fuertemente armados y que afirmaban ser rusos dijeron que estaba bajo arresto por órdenes de la República de Azerbaiyán. Es como una broma. Habían pasado años desde que había estado en ese país” recuerda Lapshin.

“Me dijeron que tomara mis cosas y que me llevarían a una estación de policía. Me di cuenta que me secuestraran, es algo que suelen hacer en esta región contra activistas, periodistas y políticos” afirmó.

Alexander logró ingeniárselas para poder avisar sobre lo sucedido. “Les dije que quería ir al baño antes de salir. Antes de dormir, dejé mi teléfono en el baño, por lo que tuve la oportunidad de avisar a mi esposa y realizar una publicación en mis redes sociales de lo que estaba sucediendo” aseveró.

Los secuestradores se percataron de la situación y amedrentaron contra Lapshin. Procedieron a trasladarlo a una estación de policía sin derecho a contactarse con un abogado o a las embajadas rusa o israelí. Luego, fue llevado a la cárcel del país, donde pasó hasta dos semanas junto a periodistas y políticos perseguidos por el gobierno bielorruso.

Gracias a su publicación en redes sociales previo a su captura, se creó un escándalo entre los medios de comunicación europeo por su detención ilegal. A pesar de la polémica, el gobierno belorruso decidió enviar a Alexander a Azerbaiyán. “Recuerdo estar durmiendo y un compañero en la cárcel me gritaba que viera en la televisión. El mismísimo Aleksandr Lukashenko, presidente de Bielorrusia, dijo en rueda de prensa que querían enviarme a Azerbaiyán en silencio. No lo podía creer” recuerda el bloguero. Un día después, Lapshin fue llevado a tierras azeríes vía aérea.

Foto: Trend News Agency

Tras su traslado, Lapshin fue encarcelado y aislado en un cuarto sin ventanas. La luz permanecía encendida día y noche. El único contacto humano durante meses para Alexander fue con los guardias que le daban comida o con alguna autoridad azerí que buscaba interrogarlo. “Los fiscales del país me decían que era una decisión política de nuestro presidente, el cual quiere mostrar al mundo que cualquier visita a Nagorno Karabaj es ilegal” menciona Lapshin.

Foto: Azadliq

“Uno de los fiscales me dijo que no esperaban el revuelo causado por mi encarcelamiento. Ahora no podían dejarme ir. Me presionaban para que yo reconociera que Nagorno Karabaj era de Azerbaiyán. No lo comprendía. Yo les trataba de hacer entrar en razón y les recordaba que prácticamente era nadie. Ni siquiera era del país, venía de Israel. No era un presidente o un mandatario. No entendía por qué querían eso de mí” afirma Lapshin sobre uno de sus interrogatorios.

Lapshin aclara que no se le permitió la visita de su familia, un abogado propio o de tener presencia de alguna embajada. Su alimentación se volvió esporádica. Su celda no tenía baño y no solía recibir agua. Además, fue amenazado con ser llevado a una prisión para que fuera agredido sexualmente por los reos. “Tras unas semanas con este ritmo, empecé a notar que mi piel tenía alergias. Me llegué a volver loco al no saber cuando era día o noche. Estaba bajo una depresión. Recuerdo una mezquita cerca que usaba altoparlantes para anunciar la hora del rezo, pude aprender a identificar la hora con eso. Sin embargo, noté que los guardias buscaban confundirme y cambiaban las comidas para enloquecerme. Me decían que era hora del almuerzo cuando sabía ya que era plena noche. Había cosas tan pequeñas como estas que te desubican por completo” añadió Alexander.

Lapshin fue llevado a juicio y se le adjudicó incluso de burlarse de la dignidad del presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, en una de sus publicaciones periodísticas, por lo que se le condenó a tres años y medio de cárcel. Afortunadamente para Alexander, las embajadas pudieron intervenir y poco después del juicio se le anunció que lo dejarían salir de prisión.

La pesadilla antes de poder ser libre

Alexander ya contaba las horas para poder volver a encontrarse con su familia y recuperar su libertad. Todo el revuelo político estaba por concluir gracias a los abogados que sus seres queridos consiguieron  y, tras casi 9 meses en prisión, Lapshin pudo dormir sabiendo que dejaría su celda.

Pero, durante la madrugada, una nueva pesadilla comenzaría para Alexander. “Estaba profundamente dormido cuando cuatro hombres enmascarados entraron a mi celda y comenzaron a golpearme. No pude hacer nada. Me amarraron brazos y piernas para atacarme sin piedad. Uno de ellos me puso boca abajo y comenzó a estrangularme. Perdí la consciencia y fue lo último que recuerdo” recuerda Lapshin.

El bloguero despertó cuatro días después del ataque. Los golpes lo pusieron en estado de coma y fue llevado a un hospital local. Lapshin tenía fracturas en la mano, algunos dedos y la mandíbula, además de lesiones en el cuello. “No podía sentir o mover todo el lado izquierdo de su cuerpo. Los medios de Azerbaiyán decían que yo había intentado suicidarme y que los guardias de la cárcel habían salvado mi vida. Al salir del país, mis lesiones fueron analizadas e identificaron que intentaron cubrir mi muerte. No esperaban que sobreviviera” asegura Lapshin.

Una nueva vida

Lapshin llevó su caso a las cortes internacionales en 2018, donde logró comprobar que el gobierno de Azerbaiyán intentó matarlo. La Corte Europea de los Derechos Humanos encontró culpable en 2021 a los mandatarios de este país de arresto ilegal, tortura e intento de homicidio.

Nuevamente, en 2019, Lapshin sufrió un intento de secuestro mientras se encontraba en Letonia. Según investigadores de Rusia e Israel, la orden la habría dado directamente el presidente de Azerbaiyán.

“No puedo volver a ser el mismo. Por un lado, viajar ya no es como antes. No puedo tomar una foto o un video sin pensar en lo que podría causar. He pasado noches, incluso actualmente, tratando de entender cuál fue la nota o el blog que causó tanto odio por parte de un presidente. Por otro lado, no puedo dejar que a otra persona le pueda suceder esto” asegura Lapshin. Hoy, Alexander ha compartido su historia en varios países. Además, visitó Guatemala para recordar la importancia de la lucha por el respeto de los derechos humanos.

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