Foto: San Diego Tribune

Juana Alonzo Santizo inició una travesía sin pensar que acabaría en prisión por más de siete años injustamente. Originaria de San Mateo Ixtatán, Huehuetenango, la guatemalteca vivía con falta de oportunidades para subsistir y solo manejaba su idioma materno, el chuj.

A pesar de no saber español o inglés, Juana se arriesgó a cruzar la frontera para mejorar sus condiciones de vida al igual que miles de guatemaltecos en 2014. Además, tendría la compañía de un coyote que le permitiría llegar a suelo norteamericano con protección.

Sin embargo, al llegar a Reynosa, México, la vida de Juana cambió por completo. Fue secuestrada por traficantes y su sueño de llegar a Estados Unidos se esfumó. De repente, su vida pendía de un hilo y fue forzada a trabajar por los criminales.


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Las semanas pasaron y Alonzo era torturada por la banda criminal. Sin embargo, durante su captura, dos mujeres que también se encontraban secuestradas junto a Juana lograron escapar. Pero, en vez de buscar ayuda, denunciaron a Alonzo de ser parte de los delincuentes.

Juana fue capturada en noviembre de 2014 bajo los cargos de tráfico de personas. Para aumentar la crisis de la guatemalteca, la barrera del idioma no le permitió defenderse de las acusaciones adecuadamente. Alonzo no se le otorgó un abogado o un traductor. Fue puesta bajo disposición judicial sin poder dar su versión de los hechos. Además, se le obligó a firmar un documento de declaración donde se autoincriminó de los hechos, a pesar de que Juana no sabía hablar en español y no comprendía lo que estaba en el texto.

Foto: El Períodico

Alonzo fue visitada en diversas ocasiones por la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACNUDH). Los miembros de la oficina constataron que Juana fue golpeada y amedrentada por las autoridades locales. También notaron que se le había obligado a firmar el documento incriminador sin conocer el idioma.

Durante su tiempo en prisión, Juana comenzó a aprender algunas palabras del idioma, lo que le ayudó a poder pedir ayuda y dar a conocer su caso. Fue hasta 2018 cuando su familia logró conocer sobre la situación de Alonzo y pidieron asistencia legal para poder liberarla. Más de siete años pasaron para que las autoridades decidieran en liberar a la guatemalteca.

Foto: La Hora

Fue hasta este 22 de mayo cuando Juana pudo reencontrarse con su familia. Al llegar al Aeropuerto Internacional La Aurora, sus seres queridos la recibieron con brazos abiertos al ver que la persona que intentó ayudarlos viajando a Estados Unidos, había sufrido un infierno.

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